1. Una cosa cada vez. Es parte de la vida de un monje Zen. Una tarea, nada de multitareas. Un proverbio Zen dice “Cuando camines, camina. Cuando comas, come.”
2. Hazlo pausadamente y con propósito. Aunque hagas una cosa cada vez, pueden realizarse aleatoriamente y con precipitación. Por el contrario, tus acciones deberán ser razonadas y realizadas con pausa, así ganarás en concentración.
3. Hazlo de forma plena. Centra tu mente en la tarea y complétala antes de pasar a la siguiente. Si algo queda inacabado, aparta la tarea completamente sin dejar ningún resquicio. Si preparas un bocadillo, no lo comas hasta que hayas recogido y limpiado todo lo que utilizaste para prepararlo.
4. Haz menos. Un monje Zen no tiene una vida perezosa. Se levanta pronto y trabaja durante todo el día, pero no genera una lista de tareas sin acabar. Realice las tareas que realice serán esas y ninguna más. Menos tareas significa poner tu atención en ellas y las realizarás plenamente. Muchas tareas programadas hará que saltemos de una a otra rápidamente sin pensar y sin concentrarnos en ellas.
5. Espacia las tareas. Disponer de tiempo entre tareas te ayudará a concentrarte en ellas y te facilitará completarlas. Una programación relajada ayudará a finalizar tareas que se alarguen disponiendo del tiempo que necesario para finalizarlas.

7. Asigna tiempo para ciertas tareas. Hay tareas diarias que requieren un horario específico. Determina el tiempo para el aseo, para trabajar, para limpiar o para comer. Esto asegura que las tareas sean realizadas regularmente. Si para ti una tarea tiene la importancia suficiente para realizarse con regularidad, asígnale el tiempo necesario.


10. Haz que limpiar o cocinar sean parte de la meditación. Además de la meditación zazen, limpiar y cocinar son partes importantes del día de un monje Zen. Pueden resultar ensalzantes al realizarlas cada día como practica del auto-conocimiento. Si para ti son aburridas, intenta hacerlas parte de la meditación, concéntrate en ellas, hazlas pausada y plenamente, tu día cambiará plenamente (y tu casa estará más limpia).
11. Piensa qué es necesario. Hay muy poco en la vida de un monje Zen que no sea necesario. En su armario no hay prendas exclusivas, ni muchos zapatos, nada de instrumentos tecnológicos, coches o comida basura (su dieta es vegetariana). No es necesario vivir como un monje Zen pero nos tiene que servir para recordar que hay muchas cosas en la vida que no son necesarias, y es interesante pensar qué necesitamos realmente en nuestra vida y qué cosas son necesarias.
12. Vive de forma sencilla. Es el corolario de la regla 11, si no es necesario, puedes vivir sin ello. Libérate de aquello que no sea necesario o esencial. Para cada uno, esto será diferente, familia, lectura, ejercicio o lo amigos pueden ser algo esencial en tu vida. Decide qué es lo más importante para ti y hazle hueco en tu vida eliminando lo que no sea esencial.
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