Zen: el arte de "soltar"
Una de las muchas maneras que tenemos de generar desencanto, infelicidad y juicios equivocados es aferrándonos a pensamientos y sentimientos que nos limitan.
¿Te has aferrado alguna vez a un punto de vista que no te convenía? ¿A una emoción, pese a que no pudieras hacer nada por satisfacerla, enderezarla o cambiar la situación que parecía provocarla? ¿Te has agarrado a la tensión o la ansiedad una vez pasado ya el hecho inicial?.
Para poder respirar, contraemos los pulmones y así el aire usado sale. Luego permitimos la expansión para llenarlos de nuevo. No podemos limitarnos solamente a inspirar, a aferrarnos; para completar el proceso de respirar también tenemos que espirar, soltar.
Un truco para empezar
Durante la práctica de zazen aparecen muchas cosas: imágenes, pensamientos, sentimientos, ideas para mañana, repaso del día... la mente se mueve sin cesar. Y los maestros dicen que dejemos pasar todo eso. Lo malo es que casi nunca sabe uno cómo se hace. Como los niños de primaria cuando aprenden a escribir, a lo mejor necesitamos una plantilla. Esta es una de ellas.
Paso 1.- Cuando surja lo que sea ni lo sigas ni lo bloquees ni nada de nada. Sabes que acaba de emerger y que está ahí. Es el momento de hacerte una de las siguientes preguntas:
- ¿Podría soltar este sentimiento?
- ¿Podría permitir que este sentimiento esté aquí?
- ¿Podría aceptar este sentimiento?
Estas preguntas no te plantean otra cosa más que si es posible emprender esa acción. “Sí” y “no” son, ambas, respuestas aceptables. Muchas veces aunque la respuesta sea “no”, de todos modos soltarás, sin querer. Lo importante es que respondas con un mínimo de reflexión, sin entrar en debate interno sobre las ventajas o los inconvenientes; sobre lo correcto o lo incorrecto. Tan solo hay que responder una cosa u otra.
Paso 2.- Cualquiera que sea la pregunta con la que comenzaste, hazte ahora esta sencilla pregunta: ¿Lo haría?, en otras palabras: ¿estoy dispuesto a soltar?.
Una vez más, aléjate todo lo que puedas del debate. No importa si “tienes razón” o no... solamente importa que haya una respuesta. Y siempre la hay. Siempre hay una sensación de que sí o de que no o de que no estás seguro. En estos dos últimos casos, pregúntate: ¿Prefiero tener este sentimiento o quiero ser libre? Aunque la respuesta siga siendo “no”, vamos al paso 3.
Paso 3.- Pregúntate: ¿Cuándo?
Es una invitación a soltar lo que te traes entre manos AHORA. Puede que te resulte fácil y sientas que lo abandonas o puede que no del todo; o puede que notes que continúas ahí agarrado.... de cualquier forma se ha iniciado un movimiento que continuará su camino por sí mismo. Puedes continuar empujándolo si quieres. Al fin y al cabo tienes todo el tiempo que dura el zazen para hacer estos experimentos. Repite el proceso tantas veces como te parezca y apetezca. Hasta soltarte del todo o hasta que te resulte suficiente.
Una de las muchas maneras que tenemos de generar desencanto, infelicidad y juicios equivocados es aferrándonos a pensamientos y sentimientos que nos limitan.
¿Te has aferrado alguna vez a un punto de vista que no te convenía? ¿A una emoción, pese a que no pudieras hacer nada por satisfacerla, enderezarla o cambiar la situación que parecía provocarla? ¿Te has agarrado a la tensión o la ansiedad una vez pasado ya el hecho inicial?.
Para poder respirar, contraemos los pulmones y así el aire usado sale. Luego permitimos la expansión para llenarlos de nuevo. No podemos limitarnos solamente a inspirar, a aferrarnos; para completar el proceso de respirar también tenemos que espirar, soltar.
Un truco para empezar
Durante la práctica de zazen aparecen muchas cosas: imágenes, pensamientos, sentimientos, ideas para mañana, repaso del día... la mente se mueve sin cesar. Y los maestros dicen que dejemos pasar todo eso. Lo malo es que casi nunca sabe uno cómo se hace. Como los niños de primaria cuando aprenden a escribir, a lo mejor necesitamos una plantilla. Esta es una de ellas.
Paso 1.- Cuando surja lo que sea ni lo sigas ni lo bloquees ni nada de nada. Sabes que acaba de emerger y que está ahí. Es el momento de hacerte una de las siguientes preguntas:
- ¿Podría soltar este sentimiento?
- ¿Podría permitir que este sentimiento esté aquí?
- ¿Podría aceptar este sentimiento?
Estas preguntas no te plantean otra cosa más que si es posible emprender esa acción. “Sí” y “no” son, ambas, respuestas aceptables. Muchas veces aunque la respuesta sea “no”, de todos modos soltarás, sin querer. Lo importante es que respondas con un mínimo de reflexión, sin entrar en debate interno sobre las ventajas o los inconvenientes; sobre lo correcto o lo incorrecto. Tan solo hay que responder una cosa u otra.
Paso 2.- Cualquiera que sea la pregunta con la que comenzaste, hazte ahora esta sencilla pregunta: ¿Lo haría?, en otras palabras: ¿estoy dispuesto a soltar?.
Una vez más, aléjate todo lo que puedas del debate. No importa si “tienes razón” o no... solamente importa que haya una respuesta. Y siempre la hay. Siempre hay una sensación de que sí o de que no o de que no estás seguro. En estos dos últimos casos, pregúntate: ¿Prefiero tener este sentimiento o quiero ser libre? Aunque la respuesta siga siendo “no”, vamos al paso 3.
Paso 3.- Pregúntate: ¿Cuándo?
Es una invitación a soltar lo que te traes entre manos AHORA. Puede que te resulte fácil y sientas que lo abandonas o puede que no del todo; o puede que notes que continúas ahí agarrado.... de cualquier forma se ha iniciado un movimiento que continuará su camino por sí mismo. Puedes continuar empujándolo si quieres. Al fin y al cabo tienes todo el tiempo que dura el zazen para hacer estos experimentos. Repite el proceso tantas veces como te parezca y apetezca. Hasta soltarte del todo o hasta que te resulte suficiente.
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