Tozan Ryokai
Sin error, sin duda, así es el
Dharma. Buda y los Maestros de la Transmisión no han hablado de él, pero vosotros podéis obtenerlo ahora. Por eso os ruego que los protejáis conservándolo intacto.
La nieve blanca se amontona en la planicie de plata. La luz de la luna envuelve a la garza blanca. Son parecidas, pero no idénticas. Están íntimamente mezcladas, pero cada una comprende su propio estado.
La conciencia no es el lenguaje pero si es necesario debemos expresarnos.
Turbado por las palabras caes en el abismo.
En desacuerdo con la palabras llegas al callejón sin salida de la duda.
Alejarse o tocar. Ni lo uno ni lo otro vale. Es como una bola de fuego. Expresarse con leguaje decorado pertenece al mundo de las manchas.
Medianoche es la verdadera luz. El alba no es clara. Esta es la frase clave para vivir en el mundo material. Si la utilizáis correctamente podréis ahuyentar todo sufrimiento y dificultad.
Aunque es sin conciencia no es sin lenguaje. Cuando es inconsciente se vuelve lenguaje. Esto es como mirarse en un espejo. La forma y el reflejo se miran. Tú no eres el reflejo pero el reflejo eres tú.
Esto tiene cinco características. Es como un bebé recién nacido: No va, no viene, no surge, no permanece, no habla, baba gua gua... finalmente, no puede obtener el objeto deseado ya que su lenguaje no es justo.
Las seis líneas del hexagrama
shuri deciden el juego mutuo. No obstante, la causa del establecimiento del tres, resulta ser el cinco. Esto es como los cinco sabores de la planta chisso. Esto es exactamente como un cetro de diamante.
Cuando lo recto y lo oblicuo se encuentran y encajan, maravillosamente, pregunta y respuesta coinciden exactamente.
Íntimo con el Origen, familiar con la Vía. Si la mezcla se produce hay felicidad. Pero no debemos cometer ningún error.
Esto es inocente y misterioso y no pertenece ni a la ilusión ni al despertar.
La ley de la interdependencia y el momento oportuno se realizan en la claridad y el silencio del corazón.
El microcosmos se funde en el macrocosmos. Los límites del macrocosmos son los mismos límites que los del microcosmos. Pero si se crea una diferencia, por ínfima que sea, si surge la diferenciación, se rompe la armonía musical.
En nuestros días se habla de súbito y gradual. El Zen se parcela y se convierte en medida de comparación. Hay separación y comparación. A pesar de que a través de las distintas escuelas se consiga una cierta comprensión y realización, esto es una mancha en el verdadero Satori.
Exteriormente tranquilidad. Interiormente movimiento... como el caballo trabado, como la rata que se esconde.
¡Cómo se han afligido todos los maestros de la Transmisión con este punto! Por eso sienten la urgencia de transmitir el
Dharma. Todos van tras la ilusión llena de errores. Confunden lo blanco con lo negro. Pero en el instante en que la ilusión se desvanece cada uno puede comprender por sí mismo.
Si deseas armonizarte y seguir las antiguas huellas transmitidas, te lo ruego, observa con atención el ejemplo de los antiguos.
El árbol ha sido trabajado durante diez millones de años para alcanzar la Vía del Buda. Como el punto débil del Tigre, como los ojos nocturnos del caballo.
Porque se subestiman, porque miran los objetos como si fueran tesoros raros, los seres humanos creen inaccesible el tesoro y su espíritu da vueltas en el horror. Por ello el Maestro Zen debe transformarse en gato o en buey blanco.
El maestro de tiro con arco, gracias a su elevada técnica puede alcanzar el blanco, incluso a la mayor de las distancias. Pero si la flecha y la lanza se encuentran en pleno vuelo, la técnica más elevada pierde entonces toda su eficacia.
El hombre de madera canta, la mujer de piedra se levanta y baila.
Los súbditos deben obedecer al rey, el hijo debe obedecer a su padre. Desobedecer no es propio de un buen hijo, rebelarse no es propio de un buen súbdito.
La acción secreta, oculta, rebelada íntimamente, parecerá limitada y estúpida. A esto se le llama sujeto fundido en el objeto. Sólo triunfa esto.