Sesshin Sevilla, 5-6 abril, 1996 (II)
Segundo día, siete y media de la mañana
Tened paciencia. Hacer zazen cuando amanece el día, todas las células amanecen al mismo tiempo que el día.
En nuestra sociedad la gente no sabe qué inventar para curar el cuerpo, para curar la mente. Cosas elementales como armonizar el cuerpo y la mente con el sol cuando sale, se han olvidado totalmente. Armonizar todo esto como se afina un instrumento.
Tened paciencia un minuto más. ¡No os mováis!
Once de la mañana
Zabo. Za, sentarse; bo, olvidarse. Proteger esto, protegerlo con suavidad, también con empeño. Cuando he llegado al dojo había una mujer joven sentada en una silla, leyendo tranquilamente un libro. Aquí, durante una sesshin, es importante seguir el ritmo de la sesshin. Estamos en un mundo en el que todos quieren distinguirse de los demás. Pero en la Vía ni siquiera se admiten nuestras mejores razones.
Esa es la regla. El shusso es el responsable y ha develar por ello. Es el respeto hacia los demás, hacia la naturaleza de buda. Evidentemente, todos poseemos esa naturaleza y hay que respetarla en los demás antes que en uno mismo.
Comprenderse uno mismo, volver la mirada hacia el interior, es repetir mil veces, diez mil veces, un millón de veces, infinitas, pero pocos lo comprenden.
¿Qué queréis hacer con este cuerpo, con este espíritu? ¿Queréis ponerlo al servicio de qué? ¿Al servicio de las ilusiones? ¿Al servicio de la Vía?
En este momento estamos en Semana Santa, durante toda la semana hay procesiones en Sevilla. Toda la ciudad está de procesión. Generalmente no hay mucha gente en las iglesias. Algunos no han venido a la sesshin para acudir a las procesiones, Alfonso, por ejemplo. Descuidando el presente, aquí y ahora, lo vaciamos de su sustancia. Siempre queremos mirar a otra parte y volver a mirar a otra parte, hasta la muerte.
La búsqueda sigue sin fin y nunca encontramos la paz. La tendencia ordinaria es mirar a los demás, estudiar a los demás, criticar a los demás. En el dojo, hemos de poner en práctica lo contrario, lo contrario del espíritu ordinario.
El espíritu ordinario queda transformado. No perturbar a los demás ni a uno mismo. Si no se perturba a nadie, no hay palabras ni movimientos. Todos los pensamientos ordinarios pueden desvanecerse. El más profundo espíritu religioso es no molestar.
Muchos maestros incluso han quemado sus sutras. Tokusan echó todo al fuego, todos sus libros. La mente ordinaria es quemar los libros de los demás. si no abandonamos nuestro pensamiento humano ordinario, la Vía del Buda no existirá nunca.
Kodo Sawaki decía: "Si pretendes obtener méritos, entonces incluso tu zazen es inútil."
"Estudiar la Vía es estudiarse uno mismo. Estudiarse uno mismo es olvidarse de uno mismo." Es comprender la vida en su plenitud, aquí y ahora.
Cuatro y media de la tarde
Enderezad bien la espalda. No tenéis que echaros la siesta. Concentraos en la postura. Hasta el final de la sesshin, incluso si duele un poco. El final es muy importante. En nuestra sociedad todo el mundo dimite antes del final. Sensei siempre hablaba de zanshin, el espíritu que permanece.
Hace tiempo, un maestro que quería darse un baño, pidió a su primer discípulo que le trajera agua. El discípulo mandó que le cogieran agua, trajo barreños para llenar la bañera. en el momento de meterse al baño, el maestro vio una gotita que quedaba en el barreño. Criticó violentamente a su discípulo.
Es una historia muy conocida. Podemos pensar que es ridícula, pero el zen sólo se aprende con cosas así de ridículas, así de insignificantes.
Porque durante zazen ocurre lo mismo: tenéis que autentificar totalmente vuestro cuerpo y vuestro espíritu, y no dormir. No os aplastéis. No dejéis nada, ni siquiera un pensamiento que ande por ahí, ni siquiera un pensamiento que sueñe. Cuando ya no queda nada, podéis de verdad olvidaros de vosotros mismos. Naturalmente, inconscientemente, automáticamente.
Tiempo después, aquel maestro dio la ordenación de monje a su discípulo. Le puso de nombre Tekisui, que quiere decir "gota de agua". Muy bonito. Siempre decía que no había que tirar nada ni matar nada, ni siquiera una gota de agua. Iluminó todo el universo con su práctica, con su enseñanza. Es muy profundo.
"Estudiar la Vía del Buda es estudiarse uno mismo. Estudiarse uno mismo es olvidarse de uno mismo. Olvidarse de uno mismo es que todas las existencias del cosmos te certifiquen."
Cuando los padres dicen a sus hijos: "Hay que trabajar, aprender lecciones", en el fondo no tienen muchas ganas. Siempre queda una gota de agua. Cuando después el niño v a jugar, está completamente concentrado, naturalmente, automáticamente, ya no queda nada. En ese momento es la verdadera felicidad. Pues bien, zazen es igual. Uno mismo totalmente, olvidarse totalmente, inconscientemente, naturalmente, totalmente autentificado.
Tened paciencia un poco más. Tened paciencia un poquito más, una gota más de agua.
Mondo
Hay mucha gente que, por razones personales, no puede practicar zazen. Mi pregunta es: ¿Cómo podrían estas personas vivir esta experiencia?
Tienes que mirarlo desde otro lado. ¿Tú puedes practicar?
Sí
Eso es lo importante. Siempre queremos ocuparnos de los demás. Mucha gente no puede practicar zazen, pero muchos otros pueden practicar. Las razones que hacen que mucha gente no pueda practicar zazen son a menudo el egoísmo, el ego, y no razones exteriores.
Desde que hago zazen he visto practicar incluso a personas lisiadas sin piernas. Querían practicar zazen, practicaban. Me acuerdo de un señor, en la Gendronnière, entraba, se quitaba las dos piernas, dos prótesis, las colocaba contra la pared y ¡hala!, hacía zazen. Perfecto, ya no se podía mover. Aunque le dolieran las piernas, no se movía. Y decía que le dolían las piernas. Lo que quiero decir es que todo el mundo puede practicar. Lo que no está claro es el deseo de practicar la Vía. Así que yo doy conferencias, pegamos carteles, pronto voy a estar en una tele, cosas para dar a conocer el zen. Pero al final, el detonante tiene que surgir en cada persona.
Yo, cuando vi la postura por primera vez, me dije: "¡Esto es!", desde entonces no he parado, hace veinticinco años. Para la gente que hace zazen es así.
Pero también entra en juego el karma. Por ejemplo, Dogen decía que el simple hecho de ver un kesa, camba, transforma nuestro karma, inconscientemente. Decía: "Incluso alguien que ve a alguien que ha visto a alguien, que ha visto a alguien que ha visto un kesa, su karma queda transformado." Es cierto. Tengo fe total en esto.
Pero al final hay que practicar. No es fácil continuar. Practicar una vez, dos veces, tres veces, pero una vida, cada día, es mucho más difícil. si queréis ayudar a la gente a practicar la Vía, tenéis que practicarla vosotros mismos. Es el único secreto, el único. Algunos decían de Sensei: "¡Ese tipo no es un verdadero maestro!." Yo, por mi parte, hacia sanpai. Una misma cosa, dependiendo de la mirada, puede parecer dos mundos diferentes. Eso es muy importante. Pero si queréis ayudar a la gente, tenéis que practicar vosotros mismos la Vía.
Esa es la gran fuerza, pero siempre queremos hacer lo contrario. Queremos que los demás hagan la revolución. Queremos que los demás combatan, siempre queremos mirar al vecino, a su jardín, lo que hace. Pero ha de cambiar uno mismo, uno mismo ha de volver la mirada hacia el interior. Entonces, inconscientemente, naturalmente, ayudáis a toda la humanidad. Todos los budas, todos los patriarcas, todos los maestros lo han dicho: "Si una sola persona practica la Vía, eso influye en todo el universo."
Sensei, me acuerdo que decía: "¡Ay! Hay mucha gente que me sigue, mucha gente, mucha gente, pero en el fondo, si una sola persona puede al menos comprender mi enseñanza, estará bien." Eso es lo importante. ¿Comprendéis?
Abre un dojo en tu isla e iré a ayudarte, iré a dar una conferencia con Alonso, a Alonso le gusta mucho viajar en avión. ¿Vale?
Otra pregunta, por favor. Si no hay preguntas seguimos haciendo zazen. ¡Siempre funciona!
¿Hay un progreso gracias a la práctica de zazen? Es decir, cuando practicas un año, diez años, ¿tienes mejores disposiciones para hacer un buen zazen?
¿Qué es un buen zazen? Hace veinticinco años que practico y todavía no lo sé. Es un juicio de valor personal. Así es el ser humano. Quiere actuar e inmediatamente abrir el cajón para ver cuánto ha ganado. Ya sabéis, como las máquinas tragaperras en España: pones una moneda, aprietas y, ¡hale!, cae el dinero. Uno no puede ratificarse a sí mismo. Si vuestro zazen es doloroso, difícil, es zazen, zazen del todo. No es menos zazen que dentro de veinticinco años.
Está claro que profundizas, está claro que la postura se vuelve más fuerte, más confortable. A veces uno tiene la impresión de volver al principio. Así se profundiza. Poco a poco. Pero no se puede pasar por un momento, volver y ver el tiempo pasado: "¡Todo lo que yo he acumulado!", no, no se puede, ni siquiera por un instante, autentificarse a sí mismo. Lo mismo le ocurre a uno que practica y a un godo, es igual para todos. Lo importante es continuar. Veréis que hay algo que se hace más profundo. Inconscientemente, naturalmente, podéis notarlo. No podéis agarrarlo, no podéis cogerlo, pero existe. Naturalmente lo notaréis.
Pero no es como en la sociedad, donde hacemos algo y luego contamos. No se puede y por eso la Vía es preciosa. Es como una bola de fuego. Si uno quiere acercarse mucho, se quema; si te alejas demasiado, tienes frío. Hay que encontrar el equilibro justo. La Vía es así. ¿Comprendes? Por eso es importante continuar.
Una vez, durante una entrevista, un periodista me preguntó: "¿En cuánto tiempo se consigue?" Y yo le expliqué esto. Él me dijo: "Vale, pero en el periódico tengo que poner en cuánto tiempo se consigue. Si no a la gente no le interesa." Entonces le contesté: "Usted hace entrevistas a mucha gente que le da recetas, pues bien, aquí es diferente." A la semana siguiente leo el periódico y había puesto: "En seis meses."
La gente siempre quiere contar, atrapar. Pero en lo que respecta a eso profundo de nuestra existencia, no se puede contar. O mentiría si os dijera lo contrario. Y no por ello no podréis notarlo y es una mayor felicidad, creedme, porque al final algo que se cuantifica ya no tiene valor, ya no tiene misterio, así es. Mientras que el valor de "esto" es inestimable. ¡Así es!
Para que zazen influya en nuestra vida cotidiana ¿hay alguna regla o es el impulso?
Son palabras. Todo debe partir de zazen. A veces Sensei decía: "Hacemos una o dos horas de zazen al día, nos quedan veintidós o veintitrés. Esas dos horas son las más importantes." Desoués decía lo contrario.
Los dos tiempos son absolutamente interdependientes. Uno no puede permanecer constantemente en zazen. Pero después, hay que llevar la sabiduría de zazen a nuestra vida.
Esto enlaza con la primera pregunta. Inconscientemente, poco a poco, influye en vuestra vida, en vuestra forma de hacer, en vuestra forma de educar a los niños si los tienes.
Al principio, cuando íbamos a la habitación de Sensei, dejábamos los zapatos de cualquier manera. Él se ponía nervioso y decía: "Los zapatos hay que ordenarlos bien." Después de aprenderlo, se lo enseñé a mis hijos. Así es. Son pequeñas cosas, es la gota de agua. La vida no se aprende sólo a través de la filosofía. Ordenar los zapatos, lavarse los dientes, ir a hacer pis, caca, cosas así de sencillas.
La gente cuando está en el water, se mete el dedo en la nariz porque nadie lo ve. Cuando vayáis al water, haced como si todo el universo os estuviera mirando y lo mismo en todas las cosas de vuestra vida.
El dojo, después os marcháis del dojo. En cada cosa de la vida cotidiana, abandonaos del todo, olvidaos de vosotros mismos. Olvidaos de vuestro cuerpo y de vuestro espíritu cuando estís tomando una copa, cuando os paseéis por el campo, ¡es genial!, hay muchas flores y, después, cuando estéis en la mesa, lo mismo: estar del todo allí. En vuestras relaciones con un amigo, con una mujer, todo el rato olvidaos. Eso no quiere decir perderse y, sobre todo, volved a zazen todo el tiempo. Inconscietemente cambiaréis, vuestra vida cambiará.
Pero no os diré: "Vais a ser felices." Es una tontería. Sólo los vendedores de ilusiones dicen cosas de este tipo. Unas veces felices, otras desgraciados, todo depende de los días. Hay que aceptarlo, no dejar que caiga sobre los demás.
¿Qué es una ilusión?
Una ilusión es cuando uno escapa de uno mismo, cuando uno escapa del propio cuerpo y del propio espíritu. Eso es la ilusión. La mente se echa a volar. No hay que tener miedo de las ilusiones, pero tampoco correr tras ellas.
En los bebés todo empieza con el seno de la madre, después quiere juguetes, juguetes cada vez más grandes. Después crecer y sus juguetes son importantes: coches, casas, castillos... Cuando hacéis zazen, podéis comprobarlo, ese encadenamiento que no cesa nunca.
De ilusión en ilusión. De una mujer a muchas mujeres, a muchos hombres. Todo el mundo es así, corremos, corremos y al final morimos, no podemos llevarnos nada, tenemos que dejarlo todo. Pensamo: "¡No era más que una ilusión! ¿Qué he hecho?" y ya es demasiado tarde. Por eso es importante observar todo esto antes. Pero al mismo tiempo, la ilusión también es el terreno del satori. No está mal. Decimos siempre "el bien", "el mal". No está mal una ilusión y está bien verla, observarla y poder cortar.
Eres joven y cuando cortas vuelve a crecer a toda prisa. Sensei nos decía siempre: "Sois jóvenes, sois jóvenes", porque hacíamos bobadas. Pasaba el tiempo dando el rensaku. No entendíamos nada. Ahora justo empezamos a entender algo. Y, al envejecer, las cosas se calman.
Pero las ilusiones también son el terreno de juego del satori porque son el lugar en el que damos a luz a nuestras ilusiones. Conviene haber practicado la ilusión para tener compasión hacia los demás. La gente que corta las ilusiones demasiado deprisa a menudo se vuelve seca. Se vuelven integristas. en el momento en que alguien se separa un poquito, ¡zas!, "hay que cortarle la cabeza." Hay que tener compasión. La compasión también es el rensaku. Vemos profundamente en los demás, podemos comprender el apego, pues es el apego el que hace sufrir.
Por ejemplo, las relaciones entre un hombre y una mujer: es el apego el que hace sufrir. Si quitáis el apego, puede haber libertad. ¡Buen satori!
Un día dijiste: "No hay que tener un gran maestro, con uno pequeño basta.". ¿Qué quiere decir esto?
Hablaba de Sensei. Es un afrase que dijo Étienne una vez. Dijo: "Un gran maestro como Sensei puede haceros comprender el 80% de la Vía", y añadió, "yo sólo puedo llevaros hasta el 20% o el 30%" porque era muy humilde. Yo diría hasta el 10%, pero bueno, esto son sólo categorías. Yo no puedo considerarme un maestro.
En la sangha todo el mundo se pregunta: "¿Quién es el mejor? ¿Quién es el maestro? ¿Cuál es el mejor caballo?", y la cosa se convierte en una carrera. Eso también es correr tras las ilusiones. Dar con el mejor caballo. Hay que ir allí donde creemos que debemos ir y seguir. Pequeño o grande no importa. Lo importante es tener fe en el kesa. Y si tienes confianza en alguien, seguirle. Así es como sucede. Después se pueden poner palabras como "maestro", "discípulo", "monje", "monja", etc. Lo importante es de mi alma a tu alma, i shin den shin. Profundamente, es lo único que he comprendido de mi maestro. De todas formas, cuando se trata del propio maestro, es siempre grande, es normal. Como un padre.
Es un mondo de Étienne, él dice que todo el mundo busca un gran maestro pero que nadie se preocupa por ser un grn discípulo. ¿Si no tengo maestro, puedo ser discípulo?
Claro, claro. Basta con que practiques ahora, del todo. Entrega tu cuerpo y tu mente a zazen, a la práctica. Incluso si no encuentras un gran maestro, como quieres, encontrarás un maestro que hará de ti un gran discípulo.
Hay que tener fe, fe en el orden cósmico. Creo que incluso podrás encontrar un maestro, pero no sabes la forma que tendrá. ¿Entiendes? Yo he conocido el esquema clásico, pero quizás pueda tener formas diferentes que yo no conozco. Hay que tener fe de verdad, tener fe en el kesa, ten fe en zazen, ten fe en lo que hacemos aquí y, naturalmente Buda, Dios proveerá. yo tengo fe en esto. ¿Vale? Tienes que tener fe en el hecho de conocer a alguie. Conocer a alguien es muy importante. Para transmitir hay que conocer a alguien.
Cada vez que oiga el kyosaku, me recuerda a mi padre que golpeaba la mesa. A partir de esta imagen me pregunto qué es el kyosaku para el espíritu.
El kyosaky es el kyosaku. En ti puede haber una referencia a tu padre golpeando la mesa, a mí no me recuerda nada. Bueno, me recuerda al kyosaku y ya está. El kyosaku no es nada más. El kyosaku sirve para cortar, cortar los hombros, cortar la cabeza, cortar las ilusiones, cortarlo todo. Al final, el kyosaku cortará incluso la imagen de tu padre golpeando la mesa. Tienes que "dejar pasar" a tu padre, ¿vale? Pasará naturalmente, no intentes echarlo. Naturalmente, un día pasará.
Un día el kyosaku ya no te hará pensar en nada. Simplemente un terremoto. Pídemelo a mí, ya verás el efecto. Se pueden tener referencias del tipo: un sonido, un olor de cuando éramos niños, todos somos así, todo el mundo tiene referencias de la infancia, de la juventud. Puede ser un sonido, algo que vemos: "Esto ya lo he visto en algún sitio." No sabemos muy bien dónde. Durante zazen es normal que estas cosas surjan. Zazen llega profundamente al subconsciente. Muy, muy profundamente. Aparecen viejas historias, resurgen. Es la imagen que guardas, como burbujas que desaparecen y, de vez en cuado, vuelven porque se han rechazado. Es como un lavado de cerebro, pero no en sentido negativo sino en el sentido de decantar. Tienes que dejar que pase, pero, al mismo tiempo, tienes que observar lo que te marcó de joven.
Es diferente para cada cual. De esta manera puedes darte cuenta de que zazen es profundo. Llega a las capas más profundas de uno mismo. Y tendrás otras experiencias de este tipo. Al final, la cosa se tranquiliza del todo, sólo queda zazen, sólo quedas tú mismo y zazen. Del todo tú y zazen. Nada más entre los dos. Entonces puedes comprenderte profundamente a ti mismo. Te olvidas de ti mismo. Eso es la Vía, es la práctica. Muy profundo. ¿Vale?
Ocho y media de la tarde
Esta mañana he dicho: "Hacer zazen con el día cuando despunta." Lo mismo ocurre con la tarde, uno mismo, cada célula en total intimidad con el sol que se esconde. Es muy importante hacer zazen en ese momento. De mi alma a tu alma con la noche que llega. "Olvidarse de uno mismo es que todas las existencias te certifiquen."
El mes que viene, día más o menos, es el aniversario del maestro Nyojo. Ese día su discípulo dijo en el dojo: "Este mismo día Nyojo, sentado en zazen, se volvió, cogió un millón de mundos y vio la Tierra del Este. Sin embargo sus pupilas permanecieron conmigo y no pertenecen a nadie más."
En esta frase aparece todo el amor de un discípulo hacia su maestro. En Occiente, cuando hablamos del maestro y del discípulo, siempre se suscitan muchas pasiones: atracción o repulsión. En el zen, siempre ha sucedido así, como un hilo en el ojo de una aguja.
No pensar demasiado, ni discutir demasiado, ni polemizar a este respecto. Fátima tenía razón: ser un gran discípulo es más importante. Los grandes maestros fueron ante todo grandes discípulos que siguieron infatigablemente a su maestro. Hay que tener fe en el kesa. Naturalmente cada uno encontrará. Fe en los Tres Tesoros. No tener miedo de ser discípulo, no tener miedo de encontrar a un maestro. No seguir sólo la propia inercia. Estar abierto al Cielo.
Tras la muerte de Sensei o de Étienne, muchos se construyeron universos. Es sólo maquillaje.
El discípulo "Burbujita de agua", "Gotita de agua", no sabía cómo era su maestro. La gota de agua le reveló esto, esta profunda realidad. Nadie quería nada, todo el mundo estaba abierto, sin meta, como una flor. No hay que obstruir nada. Tener el cuerpo, el espíitu abierto al Cielo. A partir de ahí, a veces es inmediatamente, a veces es más largo, pero, a escala del universo eso no importa demasiado.
Un día el maestro Rinzai estaba plantando árboles en la montaña y Obaku le preguntó: "¿Por qué plantas tantos árboles?" Rinzai le cntestó: "Son para los discípulos del futuro, para darles una vocación" Obaku le agarró la nariz a Rinza, cogió un bastón y le dijo: "¿Quieres sesenta bastonazos?" Rinza contestó: "¡Coco!" Se puso muy contento: "¡Ay! Gracias a ti nuestro zen podrá continuar en el futuro."
Con el "coco" el zen ha continuado hasta ahora. "Coco", justo el ruido de una respiración. Sin intención, sólo así: "Coco".
Nadie puede entender de mi alma a tu alma entre dos personas. Algunos pueden comentar, pero es como mear contra el viento. Uno solo moja los propios zapatos.
De cualquiera de las maneras, hay que comprender que nos pasamos la vida titubeando. Esta libertad auténtica tiene que llegar a ser nuestra. No se puede obtener ni por uno mismo ni por los demás. La sociedad no puede impedirla ni tampoco el ego. Hay que ir más allá. La verdadera libertad es agarrar el no-miedo. Aceptar el dejarse comer. Dejarse comer por zazen.
Es olvidarse de uno mismo, sin miedo. I shin den shin, es el secreto, de la mano caliente a la mano caliente. Mitsu, íntimamente. Aparte de esto, solo somos espectadores. No podemos comprender. Podemos confiar. No-miedo es tener confianza.
Tercer día, siete y media de la mañana (Silencio)
Diez y media de la mañana
"Estudiar la Vía es estudiarse uno mismo. Estudiarse uno mismo es que todas las existencias te certifiquen."
La gente que no practica no puede comprender esta frase cuando la leen, no pueden comprender lo que va de lo infinitamente pequeño a lo infnitamente grande. El movimiento de los infinitamente pequeño a lo infinitamente grande y a la inversa. Lo infinitamente pequeño difícilmente puede ser percibido por el cerebro. Pero nuestro cuerpo de zazen puede sentirlo, respirarlo, pensarlo, el tiempo eterno.
Kodo Sawaki decía: "Cuando zazen dura mucho tiempo, el tiempo se vuelve largo como el de un niño."
Al principio del universo está lo que se llama la "era inflacionista", durante esa época fabulosamente breve, un fantástico flujo de energía se invierte y pasa del tamaño de un átomo al de una manzana. Esta vertiginosa expansión es mucho más importante que la que vendrá después. Nuestro cerebro puede difícilmente imaginar lo infinitamente pequeño. ¿Qué tamaño tiene el núcleo de un átomo? ¿una partícula?
Los científicos dicen que la escala que exite entre una partícula elemental y una manzana es mucho mayor en proporción que la que separa una manzana de nuestro universo. Esto deja a nuestro cerebro en un insondable asombro que no puede comprender. Lo infinitamente grande, lo infinitamente pequeño.
Tenéis que comprender que, sentados sobre vuestro zafu, ilumináis el universo.
El maestro Sekito decía: "Ese viejo, en un metro cuadrado, ilumina las formas y su esencia." Cada gesto, por poco observable que sea, influye en todo el universo. Entonces podéis comprender lo que quiere decir "que todas las existencias te certifiquen". "Burbujita de agua", "coco", es dejar de lado el cuerpo, la mente, uno mismo, todas las existencias. Dejar de lado cualquier huella del satori. Todo puede ser abandonado. No hay nada que mostrar, ni palabras, ni libros, ni saber, ni memoria, ni fotos, nada. Simplemente seguir la práctica sin meta, sin pensar en ello. Es un buen koan.
En 1976 fuimos a Japón con el maestro Deshimaru. Éramos cuatro. En ese viaje pasamos diez días en el pequeño templo de Sei Kyu-ji.
Desde la mañana practicábamos zazen. Quedé sorprendido al ver que, a pesar de que fuéramos sólo cuatro, Sensei hacía zazen como en el dojo de París o como en la Gendronnière. Pequeño o grande, aunque estemos sólo cuatro, no cambia nada. Sólo zazen, sólo la postura, y su enseñanza, cotidianamente, tenía origen en la posura. Tenéis que continuar esto. Esta postura de zazen. Por favor.
Continuad. Dogen decía: "Incluso si a veces tenemos la impresión de comprender algo, es sólo que la Vía se aleja de nosotros." No vale la pena comprender que zazen es el satori. Zaen sólo puedo autentificar zazen.
365 Tao #186, 3 de Enero: Punto
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*Punto*
*Haz de la mente*
*Un solo punto.*
La clave para cualquier meditación es concentrar la mente en un solo punto.
Hay muchos métodos para hacer eso, ...
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