Ikkyu (El monje errante)

Iconoclasta y excéntrico, sin Templo al que acogerse, dedicó palabras muy duras sobre la hipocresía de los monjes zen de su tiempo.

Sin embargo la enseñanza de Ikkyu era famosa. Tal vez porque, como el niño de "El Traje Nuevo del Emperador", decía lo que veía sin comprar a nadie ni venderse él mismo. Tal vez por su exquisita sensibilidad que, probablemente, adquirió a lo largo de una vida poco fácil...

Cuentan que un monje que quería recibir su enseñanza, se encaminó a su ermita. Se puso a llover, abrió su paraguas y continuó el viaje.

Cuando llegó, el monje cerró su paraguas, se quitó los zapatos y los colocó al lado de la puerta, luego se presentó a Ikkyu. Le saludó y le dijo:

"Hace varios años que practico y me gustaría ser tu discípulo, recibir tu enseñanza."

Solemos esperar que el maestro nos haga preguntas sobre la enseñanza, que nos halague o corrija acerca de la profundidad de nuestra práctica, lo que hemos realizado, pero Ikkyu le dijo sencillamente : "¿De qué lado de la puerta has dejado tu paraguas?."

El monje reflexionó pero tuvo que reconocer que no lo sabía. No se había fijado en ese pequeño detalle.

Ikkyu, entonces, le dijo: "Vuelve más tarde a verme, no has comprendido nada del zen".

El monje se enfadó: "¡Cómo! ¡Tú me despachas por un pequeño error!!"

"Decididamente no has comprendido nada de la práctica. En el zen no hay pequeños errores", respondió Ikkyu.

(Pero, ¡por todos los dioses!, no os dediquéis a reprender duramente a cualquiera por sus errores ni a decirles lo que tienen que hacer!. Creo que Ikkyu tan solo trató de señalarle su falta de atención. Y que si lo hizo fue porque el monje había solicitado su enseñanza, con lo que le había dado permiso y autoridad para corregirlo. Si alguien no nos concede ese permiso todo lo que logramos es violar el espacio sagrado de su intimidad y de paso aumentar nuestro ego, poco a poco, más allá de los límites de la galaxia. ¡Y lo hacemos tantas veces!. )